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El  presente artículo pretende reflexionar sobre la  formación en este tiempo dentro de lo que  compete a la  sociedad del conocimiento. Esto considerando lo que dijera el filósofo nicaragüense Alejandro Serrano Caldera, en su trabajo Los Desafíos de la Universidad Contemporánea, al aseverar que “la universidad será siempre una propuesta inacabada, continua y permanente, como lo es también la vida y la historia, la ciencia y la técnica, la cultura y las humanidades. 

Formar profesionales competentes es una de las actividades principales de la Universidad. No obstante esto requiere, disciplina y autoevaluación como Institución, que aprenda ella misma de su experiencia, de sus aciertos, de sus errores y de las improntas externas en torno al desarrollo económico, político, tecnológico, cultural y social, para convertirse en una “organización inteligente” capaz de transformarse a sí misma y a su vez, sea un referente de apoyo para la sociedad1.

Leopoldo Zea, filósofo mexicano señala que “la Universidad, tendría que ser expresión de la sociedad en la creación de un futuro común a los diversos miembros que la forman”. La Universidad, en este sentido, deberá ser permanente proyección de futuro.

La universidad de hoy debe estar expectante al cambio social en todas las dimensiones. La investigación, la docencia y la extensión deben estar en profunda conexión con la evolución social, productiva, económica, política, etc., para poder dar un aporte relevante y trascendente. Implementar acuerdo de cooperación con las empresas privadas. Ser gestora y acompañante, proponiendo estrategias y nuevas ideas.

La sociedad en su conjunto y la universidad en este nuevo paradigma necesariamente debe provocar un cambio de valores, como es el paso de la dependencia a la interdependencia, de la competencia a la colaboración, de la cantidad a la calidad, de la expansión a la participación creativa, de la dominación o del sentimiento de superioridad a la interrelación y la igualdad, de lo individual a lo colectivo, del crecimiento al equilibrio dinámico, de la familia nuclear a la familia humana2.

La formación universitaria debe ir más allá de la enseñanza netamente técnica en búsqueda de una educación holística, esto por la misma necesidad y exigencia de la sociedad de hoy. Educación que incluye el desempeño de profesiones y uso de tecnologías actuales. Una formación integro del estudiante, sin limitar solamente a estándares cuantitativos como lo recomendado por la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación (ANEAE) y otras Instituciones que consideran en la magnitud adecuada el desarrollo de las diferencias individuales en aras de una uniformidad colectiva eficiente.

Se precisa que el maestro y el estudiante exploren y aprendan juntos. El docente no es más el sabio omnipotente, sino facilitador del aprendizaje y estimulador en la búsqueda de la nueva idea. El estudiante motivado, investigue, analice, asimile nuevos conocimientos que le sirvan para la vida y la sociedad. Este enfoque educativo llevará al docente-estudiante a una relación directa, personal y permanente.

Afirman Meritwell Estabanell Minguel y Josefina Ferrés Font, “Se necesita un nuevo modelo, centrado en el aprendizaje más que en la enseñanza, en el estudiante más que en el profesor, capaz de ayudar a las personas a conseguir sus propios objetivos, sus propias metas y ser gestor del cambio en su ambiente social”.

Es importante el formalismo en el proceso de enseñanza en las universidades para no desviar su misión y cumplir con los tiempos de enseñanza establecida por ella, pero no es lo fundamental para una formación integra y ética.

La sociedad actual cada vez más requerirá de competencias profesionales más complejas, con componentes no sólo tecnológicamente más sofisticados, sino con mayor capacidad de cooperación, trabajo y organización en equipos más eficientes y con mayor creatividad, acordes con el nuevo paradigma de la totalidad y no exclusión.

Se trata, también, de constituir una universidad relevante capaz de insertar adecuadamente a sus egresados en el mundo laboral y en el contexto de la educación permanente, para lo cual ha de valer el conocido principio de “enseñar a aprender”4.

La Institución Universitaria debe facilitar debate social, espacios de reflexión estimulando nuevas ideas e iniciativas. Ser una universidad emprendedora, capaz de generar críticas constructivas para cumplir con su rol social. La universidad debe necesariamente adquirir una cercanía mucho mayor con su entorno, interactuar con ello en forma permanente.

Los grandes temas de este tiempo en el Chaco, como: Pilcomayo, medio ambiente, acueducto, producción sustentable, integración regional y otros deben ser tomados como un desafío por la Universidad para plantear debates con todos los actores sociales y juntos proyectar salidas que beneficien a todos.

El Estado Paraguayo tiene la gran responsabilidad de invertir por la educación superior en esta Región Chaqueña, teniendo en cuenta su desarrollo y potencialidades en el ámbito agropecuario y forestal, empujado y acompañado por las autoridades locales y departamentales.

1 Canclini, Nestor Garcia:  http://www.unachi.ac.pa/ desafios_la_universidad.pdf

2 Diesbach, Nicole: https://books.google.com.py/ educacion+y+cambio 

3 Corrales, Salvador: http://www.razonypalabra.org.mx/ .htm

4 Riveros, Luiz A: http://www.uchile.cl/portal/universidad-en-el-siglo-xxi

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